18 abril, 2007

Elegidos para la gloria --lo que hay que tener


Al cabo de treinta minutos en este circuito (y esto no es una mañana insólita), las esposas empiezan a sentir como si el teléfono no estuviese localizado ya en una mesa o en la pared de la cocina. Como si les explotase en el plexo solar: Pero sería muchísimo peor oír en este momento el timbre de la puerta. Aunque no esté escrito en ningún sitio, en este punto el protocolo es muy estricto. Ninguna mujer ha de comunicar la noticia fatídica, y mucho menos por teléfono. ¡No hay que dejar que se embarullen las cosas! Eso es lo básico. En fin, cuando llegue el momento, ha de comunicar la noticia un hombre, un hombre con cierta autoridad oficial o moral, un sacerdote o un camarada del recién fallecido. Además ha de comunicar la noticia fatal en persona. Debe presentarse allí a la puerta, llamar al timbre, esperar como una columna de frialdad y eficacia y entregar la mala nueva congelada como un pescado. Así que, en fin todas las llamadas telefónicas de las esposas eran, en realidad, sólo el frenético y portentoso batir de las alas de los ángeles de la muerte.




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Sí. Se puede calificar de excesiva mi actualización. Y es que todavía no encuentro algo muy rescatable.



Estaba emocionadisima porque me ofrecieorn ir a la feria dle libro en Bueno Aires. Ya me veía ahí, en 45 mil meros cuadrados de puros libros. Los más de 100 que ostento en mi pieza (medios camuflados, pero están) no serían pero nada comparado con los que podía comprar. Es que me encantan.. más allá de leer, el hecho de tenerlos es aún más choro. Como historias esperando por ti. (mamona, lo sé). Pero no se podrá. Esa fería del libro tendrá que esperar nuevamente por mí.

Lo que sí, el lunes es el día del libro... y entonces aqui un pequeño muy mísero fragmento de uno de los últimos libros que me leí, Elegidos para la gloria de Tom Wolfe. Me encantó. Mucho. Mucho Mucho.